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Y LA MASA LABORAL CRECE ENORMEMENTE…
La figura del empleado se afirmó históricamente con el descentramiento de las funciones-categorías de dirección, organización, coordinación, control ejercido inicialmente por el mismo emprendedor en las pequeñas industrias del siglo xix. El empleado tradicional —proveniente en general de los estratos pequeño-burgueses— estaba, en un primer periodo, en contacto directo con el emprendedor, desarrollaba operaciones que exigían confianza, se comportaba como un subordinado-colaborador, debía demostrar su entrega y lealtad a la pequeña industria, de la que poseía una visión global, podía aspirar a lograr ascensos y se sabía detentador de unas condiciones normativas en la jerarquía de la empresa, además de gozar de unas retribuciones netamente superiores a las del resto de los trabajadores, de los cuales podía permanecer distanciado por una reglada diferencia de estatus.
Tras las dos guerras mundiales se produjeron profundas transformaciones con la extensión de la figura de los empleados profesionales y la «racionalización» de las grandes empresas modernas. Los empleados se transformaron en una masa que generalmente no tenían ningún contacto directo con el empresario y los grandes directivos, de los que estarán separados por una compleja estratificación jerárquica. El trabajo se convierte rápidamente en una tarea mecanizada, estandarizada, parcial y fragmentaria, totalmente ejecutiva.
Contemporáneamente a la mecanización tiene lugar una entrada masiva de personal femenino en el oficio, con requisitos de instrucción medianamente inferiores al personal masculino (la «dactilógrafa» pasa a ser la figura más conocida y común). Se reducen las distancias entre las condiciones retributivas y normativas de los empleados y los operarios.
Entretanto se van formando restrictivos núcleos de empleados muy especializados, con grandes sueldos y posibilidades de ascenso, a la vez que el grueso ejército de empleados pierden el antiguo estatus privilegiado tanto en la empresa como en la sociedad, lo que no obsta para que dejen de sufrir fuertes presiones para que den fe de su lealtad y su identificación con la empresa.
Los textos que sigue ilustran estas transformaciones. Son textos extraídos de un importante trabajo de la sociología americana sobre los «White-Collar», y publicado en fecha temprana, 1951.

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