Fuerzas y desarrollos

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La era de esta vieja oficina fue larga; en los Estados Unidos no se empezó rápidamente a cambiar hasta 1890. Desde entonces han sucedido muchos e importantes cambios, pero de forma irregular existen todavía oficinas que no difieren básicamente de la vieja; en cambio, otras oficinas tienen poca semejanza con las de la estructura decimonónica.

Tal desigualdad es debida al hecho de que las oficinas están ligadas a todas las formas de empresa, de las cuales unas son pequeñas y otras grandes. Es especialmente en las grandes oficinas de las industrias burocráticas donde ha nacido el nuevo tipo: seguros, banca y financieras, por ejemplo. La historia posterior de la oficina, adaptada de W. H. Leffingwell, puede ser descrita en los términos siguientes:

  1. Bajo el ímpetu de las sociedades modernas y de las finanzas, al hacerse más grande la oficina durante la primera década del siglo XX, se sintió la necesidad de una ordenación sistemática de los hechos de los negocios. Fue ideada la ordenación numérica, con un índice alfabético, y extendido su uso. Al lado del tenedor de libros y del taquígrafo, el empleado de oficina vino a ser frecuentemente el hombre de los sistemas complicados. A medida que iba creciendo el número de empleados de oficina, se los dividía en departamentos de funciones especializadas y racionalizados socialmente antes de que se introdujesen las máquinas. El trabajo se reorganizó de manera sistemática, dividiendo sus funciones.
  1. Fue esta reorganización social, en virtud de la presión del trabajo, de los costes más elevados y de la necesidad de listas y de cifras, la que hizo posible la amplia aplicación de las máquinas de oficina. Las máquinas no comenzaron a ser usadas corrientemente hasta la segunda década del siglo actual [XX]. Ya existía en 1874 una máquina de escribir práctica, pero no se hizo importante uso de ella hasta 1900. Alrededor de 1890 fue inventada una máquina de sumar, pero solamente fue usada en gran escala en los primeros años del siglo XX. Así, las máquinas no impulsaron el desarrollo, sino más bien el desarrollo fue el que exigió las máquinas, muchas de las cuales fueron entonces ideadas exprofeso para tareas ya creadas socialmente.

Las máquinas de oficina se hicieron importantes durante la época de la Primera Guerra Mundial. Convencidos ya de la necesidad de un tratamiento sistemático y apremiados por la necesidad de más y más estadísticas, los directivos comenzaron a usar la máquina, cada vez más, para manejar los sistemas existentes.

En 1919, se formó la Asociación Nacional de Encargados de Oficina bajo la égida de las ideas de Frederick Taylor sobre la dirección científica del trabajo. En los seis o siete años anteriores a 1921, salieron cada año al mercado un centenar, por lo menos, de nuevas máquinas de oficina. Hacia 1926-1929, casi todas las oficinas, de cualquier dimensión, fueron equipadas con muchos tipos de máquinas; hacia 1930, conforme a una investigación del gobierno, un 30 por 100 de las mujeres usaban en las oficinas, por lo menos en parte de su trabajo, máquinas distintas de la máquina de escribir. Ocho años más tarde, había más de un millón de trabajadores de oficina. Hoy se asegura que por lo menos el 80 por 1000 de las tareas de oficina pueden ser mecanizadas.

Charles Wright Mills, White-Collar. Las clases medias en Norteamérica,
trad. José Bugeda Sanchiz; notas a la ed. esp. Fernando Murillo Rubiera, Madrid, Aguilar,1973, pp. 249-251


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