Fragmentos
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La fotografía moderna nació directamente en París con Eugéne Atget, quien no utilizó la cámara hasta 1898, cuando contaba cuarenta y dos años. Desde entonces, hasta su muerte acaecida en 1927, acarreó su pesado equipo por todo París, recogiendo la ciudad en sus más diversas formas.
Las actividades de Atget eran prácticamente ignoradas por los fotógrafos artísticos, para quienes sus temas cotidianos carecían de interés. Él mismo era un hombre humilde; en la placa de su estudio podía leerse simplemente «Atget-Documentos para Artistas».
Efectivamente, contó con el apoyo de varios de los padres del arte moderno: Braque, Picasso, Duchamp y Man Ray, por no mencionar sino los más conocidos. No resulta casual que dichos artistas se manifestaran asimismo admiradores de Henri Rousseau, pues este último y Arget poseían en común su visión naïf, aunque Arget hallaba la inspiración más en inesperados rincones de su entorno que en los dominios mágicos de la imaginación.
Las fotografías de Atget se distinguen por una intensidad sutil y una perfección técnica que realzan la realidad —y, con ello, el significado— de los objetos más mundanos. Pocos fotógrafos han igualado su habilidad para componer simultáneamente en espacios bidimensionales y tridimensionales.
Tal y como podemos observar en Fuente, Versalles (1924), sus escenas son a menudo desoladas, y traslucen una extraña perspectiva individual. El observador experimenta la inquietante sensación de que el tiempo ha sido transfigurado en el pasado por la elegancia de la composición y la obsesión del artista por las texturas.
Si bien la obra de Arget participa de un modo marginal de la tradición periodística de Nadar, Brady y Riis, su clara separación de aquellas primitivas fotografías no puede explicarse sino en relación con el arte del siglo XIX. Sus imágenes de comercios de barrio y vendedores callejeros, por ejemplo, resultan virtualmente idénticas a pinturas realizadas poco tiempo antes por realistas de segundo orden cuyos nombres han caído en el olvido. Incluso podríamos afirmar que sus fotografías guardan una relación directa con una corriente del realismo mágico que sirvió de anuncio a la llegada del surrealismo.
Arget ha sido calificado en ocasiones de surrealista y, si bien tal denominación resulta engañosa, no nos resulta difícil comprender por qué fue redescubierto por Man Ray, el fotógrafo dadaísta y surrealista, y alabada su obra por su ayudante, Berenice Abbott. En conjunto, sin embargo, la obra de Arget resulta resulta demasiado variada para permitir una clasificación genérica.
H. W. JansonJoan W. Scott, Historia general del arte. 4. El Mundo Modernoed. revisada y ampliada por Anthony F. Janson; trad. Francisco Payarols;
rev. de Elena Luxán y Gian Castelli, Madrid, Alianza, 1991, pp. 1206-1208.
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