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Audios:
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Antonio García Megía
MUJER Y GENOCIDIO
NOTA: La BIBLIOGRAFÍA detallada al final corresponde a la utilizada en todo el bloque.
La propagación del antisemitismo se inicia a finales del siglo XIX y experimenta un crecimiento espectacular con el Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán. El congreso anual del partido celebrado en Núremberg en 1935 establece los principios que avalarán el posterior desarrollo legislativo. La Ley de la ciudadanía del Reich cataloga a los alemanes como «ciudadanos» y a los judíos como «residentes», y la Ley para la protección de la sangre y el honor alemanes prohíbe el matrimonio, cohabitación o relación sexual entre unos y otros.
La decisión del llevar la diferencia hasta el exterminio del pueblo judío, la «solución final», que se justifica en la lucha contra la supuesta degeneración moral, cultural y económica semita, se toma durante el verano/otoño de 1941 y alcanza su punto álgido en la primavera de 1942 con Heinrich Himmler1. Con anterioridad, en discurso pronunciado el 30 de enero de 1939 en el Parlamento, Hitler había afirmado:
«Durante la época de mi lucha por el poder, fue en primer lugar la raza judía la que no hizo sino recibir a carcajadas mis profecías cuando dije que algún día asumiría la dirección del Estado y, con ella, la de toda la nación, y que entonces, entre muchas otras cosas, resolvería el problema judío.
Sus carcajadas fueron escandalosas, pero creo que, de un tiempo a esta parte, ya solo ríen por dentro. Hoy seré profeta una vez más: si los financieros judíos internacionales de Europa y de fuera de ella logran sumir de nuevo a las naciones en una guerra mundial, el resultado no será la bolchevización de la tierra y, por lo tanto, la victoria de los judíos, sino la aniquilación de la raza judía en Europa»2.
Así comienza el traslado masivo de población judía a los campos de concentración y exterminio, contexto en el cual la mujer semita se ve particularmente afectada de trato deshumanizado, violento y vejatorio dentro y fuera de los centros de exterminio. Su cuerpo se erige en símbolo de conquista y dominación y sufre agresiones y humillaciones de todo tipo, incluido el sexual.
La geografía alemana se puebla de campos de internamiento donde terminan las personas «nocivas» para el régimen nazi. Declarada la Segunda Guerra Mundial, se despliegan también por los territorios ocupados.
La jerarquización racial ubica a la mujer judía en la posición más baja entre los iguales dentro de esos campos de exterminio. Desempeñan los trabajos más duros y se encuentran indefensas frente a la violencia psicológica y sexual ejercida por miembros de las SS y de otros prisioneros.
Ninguna acción es gratuita. El corte de cabello generalizado las despersonaliza y la separación de los hijos les arrebata la función esencial que el discurso nacionalsocialista considera en la femineidad: la maternidad.
La mujer no aria carece de valor más allá de su consideración como fuerza de trabajo barata, en tanto que su fortaleza física no es vencida por carencias y penalidades, o su utilización como sujeto idóneo de experimentación médica.
La esterilización, amparada en supuestos experimentos científicos, es, sin duda, la manifestación más severa de esa violencia sexual. A iniciativa de Heinrich Himmler, y desde 1941, se generalizan en los campos ensayos médicos, siempre en mujeres y niñas, dirigidos a frenar la reproducción de manera rápida y efectiva. Operaciones quirúrgicas, radiaciones, tratamientos hormonales y químicos…, se practican por miles cada día.
A destacar la solución del profesor de ginecología Carl Clauberg que propone un método rápido y barato, capaz de impedir la reproducción sin debilitar el cuerpo, de este modo, la intervenida puede continuar realizando el trabajo que tiene asignado. Sustituye la intervención quirúrgica por la introducción de un compuesto cáustico en las Trompas de Falopio que produce una severa inflamación. El fármaco sella así los conductos y produce infertilidad permanente.
Otra línea de actuación dentro de la estrategia anti reproductiva es la generalización de los abortos forzados para las «razas inferiores». Las intervenciones abortivas, prohibidas y castigadas para las mujeres arias libres de enfermedades hereditarias, son actividad habitual en los campos para minimizar los efectos de las violaciones o no devaluar la fuerza de trabajo de las mujeres.
Aunque las leyes emanadas del congreso de Núremberg prohíben toda relación sexual entre alemanes y mujeres judías, se generalizan en los confinamientos. En alguna ocasión, la aceptación de los abusos, constituyen una garantía de supervivencia para las más jóvenes que acceden así a comida, ropa u objetos de higiene, aunque siempre bajo la amenaza de que el hecho se haga público.
Los Sonderbauten
Son burdeles dirigidos a satisfacer las necesidades sexuales de prisioneros de alto rango. El primer Sonderbauten se constituye en Mauthausen con la intención de incrementar la actividad extractiva de su cantera, ofreciendo a los prisioneros más eficientes la posibilidad mantener relaciones sexuales con las reclusas. La oferta se abre también a los guardianes de las SS. La idea se generaliza como incentivo en todas las instalaciones de trabajos forzados.
Las mujeres que han de ejercer de prostitutas son seleccionadas entre las más jóvenes y sanas bajo promesa de liberación, incumplida siempre, en seis meses. En cualquier caso, esa salida es contemplada por muchas como única alternativa a las cámaras de gas.
El testimonio de aquellas que se vieron obligadas a vivir ese infierno es desgarrador.
«Cada noche teníamos que dejar que los hombres se pusieran encima de nosotras durante dos horas. Esto significa que podían entrar en el barracón, estar con nosotras… Teníamos un baño con varios lavabos… nos lavábamos, entrabamos en la enfermería donde cada noche nos ponían una inyección y después entraba el primer prisionero, y luego el segundo y así… sin parar. Cada prisionero sólo podía estar un cuarto de hora. Cada mujer recibía por día entre diez y veinte hombres. Los guardianes de las SS nos vigilaban a través de pequeños agujeros en las puertas»3.
Posiblemente sean los Sonderbauten el paradigma de la violencia vivida en los campos y de los extremos hasta dónde puede llegar el ser humano sometido a ella para asegurar la supervivencia un día más, hasta que su decisión alcanza la consideración de estrategia de vida.
NOTA: La BIBLIOGRAFÍA referenciada se detalla en la última página de esta serie.
IMPORTANTE: Acerca de la bibliografía.
Toda referencia no detallada en texto o en nota a pie, se encuentra desarrollada en su integridad en la Bibliografía General.
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