A modo de introducción

41656989865_2774eb1535_z.jpg

Antonio García Megía

A modo de introducción

NOTA: La BIBLIOGRAFÍA referenciada se detalla en la última página de esta serie.

El año 1948 se constituye como un momento histórico clave en el desarrollo del conflicto palestino, un problema que pervive en nuestro presente con repercusiones gravísimas en Oriente Medio y el resto del planeta.

El sueño ancestral del pueblo judío de alcanzar su «hogar nacional» empieza a cristalizar a finales del siglo XIX, como ideología política primero, para materializarse con el apoyo de las grandes potencias vencedoras después de la Segunda Guerra Mundial. Desde entonces, la zona geográfica del Cercano Oriente se constituye en una de las regiones más inestables del planeta víctima de un conflicto permanente y cargado de violencia, protagonizado por el Estado de Israel y las naciones y pueblos árabes vecinos, afectando de modo muy especial a la población palestina.

NACIONALISMO

Definir el concepto de nación, de aquello que diferencia a un colectivo de personas de otras hasta el punto de constituirse en una comunidad distinta y diferenciada, no es fácil. Elementos como la lengua, la religión, el origen étnico o la historia en común, son variables determinantes, pero no suficientes por sí solas. Es el modo en que se combinan hasta constituir una amalgama original lo que singulariza a cada grupo.

Dice Hosbawn:

«Supongamos que un día, después de una guerra nuclear, un historiador intergaláctico aterriza en un planeta muerto con el propósito de investigar la causa de la lejana y pequeña catástrofe que han registrado los sensores de su galaxia… Nuestro observador, después de estudiar un poco, sacará la conclusión de que los últimos dos siglos de historia humana del planeta Tierra son incomprensibles si no se entiende un poco el término “nación”. Este término parece expresar algo importante en los asuntos humanos. Pero, ¿exactamente qué? Ahí radica el misterio»1


El hombre considerado como ente individual es casi irrelevante. Su integración en un grupo social, en cambio, le otorga seguridad y beneficio. Sociedad y Estado son organismos que acompañan en su evolución natural al ser humano y son responsables de su «espíritu de pueblo», ese «algo» peculiar que convierte a la «nación» en un sujeto unitario y objetivo independiente de la voluntad de los miembros que la constituyen.

SINOPSIS DE UNA HISTORIA TRÁGICA

Registros prehistóricos constatan la presencia de tribus cananeas y filisteas en la región de Palestina. La Historia consigna la llegada a dicha zona del pueblo hebreo, de modo de vida seminómada, unos 1.500 años antes de Cristo. El Antiguo Testamento, relata una primera diáspora que los sitúa en Egipto y el retorno a su «Tierra Prometida». Así se constituye el Reino de Israel 1.300 a.C.

Luego de su destrucción a manos de los asirios en el año 721 a.C., y sometimiento a los babilonios en 597 a.C., quienes destruyen Jerusalén (587 a. C.) y envían al exilio a miles de judíos, sufre el dominio de otras civilizaciones. Durante la conquista por el rey persa Ciro II el Grande (538 a.C.), se autoriza el retorno de los judíos expulsados, no obstante lo cual, algunos permanecen en Bagdad donde pervive la comunidad hasta el siglo XX, y la reconstrucción del templo de Jerusalén.

Siguen las invasiones de macedonios y griegos (332 a.C.), egipcios, sirios y, finalmente, romanos (63 a. C.), a cargo del general –y futuro emperador– Tito. Se destruye el segundo templo y se crea la provincia de Palestina. Luego bizantinos, cristianos, árabes musulmanes, cruzados europeos, mamelucos, egipcios, turcos otomanos y británicos…

La actual Palestina ocupa una zona de 27.000 km2 ubicada entre el mar Mediterráneo y el río Jordán. Históricamente su extensión era mayor. Durante la etapa romana estuvo dividida en tres provincias administrativas. De esta época data su nombre. Con una población mayoritariamente árabe y dos importantes minorías judía y cristiana sin problemas de convivencia entre ellas, este territorio es una provincia del Imperio Turco hasta la primera Guerra Mundial.

NACIMIENTO DEL SIONISMO

El término «Sionismo» deviene del término Tzion, usado en la Biblia como sinónimo de Jerusalén, y de la Eretz Israel - Tierra de Israel. Como corriente política nace en la Europa de finales del siglo XIX alimentada por los modernos movimientos nacionalistas, cuando la intelectualidad juvenil judía la vincula a una ubicación física concreta que reclama desde una «legitimidad histórica» que remontan hasta el exilio sufrido en Babilonia hacia el 500 a.C.

Históricamente, los judíos siempre se autodefinieron como «pueblo elegido», distinto y hasta superior, y se aferró como ningún otro a sus tradiciones. Durante la larga y dura Edad Media consiguen mantener sus símbolos y cultura mientras se asientan en la percepción de ser herederos de una fe monoteísta que rompe el paradigma de otras culturas de la antigüedad y, desde esa condición de sociedad privilegiada y bendecida por la divinidad, se erigen en responsables de su conservación y memoria. Ese sentimiento generalizado favorece el desarrollo casi uniforme de todas las comunidades pese a su dispersión geográfica.
Así, inmersos en tierras musulmanas y cristianas, el judaísmo destaca en campos tan espinosos y controvertidos como la filosofía, la teología y el misticismo no obstante ser tratados como una minoría segregada y perseguida2.

Pero parece haber llegado el momento de retornar a la tierra de sus ancestros, a la «Tierra Prometida». Desde la destrucción del Templo de Salomón, el deseo de volver a Sion, la colina sobre la que se alzaba el famoso templo, ha sido el alimento fundamental para mantener viva el alma judía.

En 1897 Theodor Herzl crea la Organización Sionista Mundial con el objetivo de ubicar en Palestina, con la autorización del Sultán del Sublime Estado Otomano en cuya demarcación se encuentra, colonias judías siguiendo el modelo aplicado por las compañías inglesas de colonización3. El 1 de diciembre de 1896 dirige una carta al Reverendo Hechler en la que afirma:

«Para Ud., querido amigo, la cuestión judía es un problema teológico. Pero es también un problema político de los más actuales. Ud. sabe que sentimientos religiosos, y últimamente la expansión del antisemitismo, han despertado en las masas judías de todos los países, una fuerte nostalgia hacia Palestina. Ud. sabe que cientos de miles de judíos están dispuestos a una inmigración inmediata, y que podemos suponer que otros miles seguirán sus pasos. He aquí un nuevo factor que debe tomar en cuenta la política inglesa en Oriente»4 .


Simultáneamente se desarrollan otras organizaciones: The Society of Jews, que fija las bases políticas y culturales del posible nuevo Estado, The Jew ish Colonial Trust, encargada de conseguir la financiación imprescindible, y el Fondo Nacional Judío que se ocupa de la compra, desarrollo y reforestación de las tierras de las nuevas propiedades.

Aunque la negociación, apoyada por alemanes y británicos, no prospera con el mandatario turco, sí fortalece la relación entre los líderes sionistas y los representantes de Gran Bretaña, lo que, a la larga, será determinante para el logro de objetivos. Tampoco impide una fuerte corriente migratoria, originada mayoritariamente en el Imperio Ruso, y que solo interrumpe el estallido de la Primera Guerra Mundial.

NOTA: La BIBLIOGRAFÍA referenciada se detalla en la última página de esta serie.

IMPORTANTE: Acerca de la bibliografía.
Toda referencia no detallada en texto o en nota a pie, se encuentra desarrollada en su integridad en la Bibliografía General.

Navegar_centuria_2.gif


Envía un comentario



Si no se indica lo contrario, el contenido de esta página se ofrece bajo Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivs 3.0 License