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Documento:Auguste Choisy - IMAGEN
A mediados del siglo XIX, la herencia neoclásica quedó dividida en dos líneas de desarrollo estrechamente vinculadas: el clasicismo estructural de Labrouste y el clasicismo romántico de Schinkel.
Ambas «escuelas» se vieron enfrentadas a la misma proliferación ochocentista de nuevas instituciones y tuvieron que replicar idénticamente a la tarea de crear nuevos tipos de identificación. Diferían ampliamente en su manera de adquirir estas cualidades representativas, ya que los clasicistas estructurales tendían a destacar la estructura, la línea de Cordemoy, Laugier y Soufflot, en tanto que los clasicistas románticos tendían a subrayar el carácter fisonómico de la forma en sí, o sea la línea de Ledoux, Boullée y Gilly.
Allí donde una «escuela» parece haberse concentrado en tales tipos de prisiones, hospitales y estaciones ferroviarias, en la obra de hombres como E. J. Gilbert y F. A. Duquesnay, autor de la Gare de l’Est, París, en 1852, la otra se orientó más bien hacia estructuras representativas tales como el museo y la biblioteca universitarios de C. R. Cockerell en Inglaterra o los monumentos más grandiosos erigidos por Leo von Kienze, en Alemania, en especial el muy romántico Walhalla completado por éste en Regensurg en 1842.
En términos de teoría, el clasicismo estructural comenzó con el Traité de l’art de Bâtir, de Rondelet (1802) y culminó a finales de siglo con los escritos del ingeniero Auguste Choisy, en particular su Histoire de l’Architecture (1899).
Para Choisy, la esencia de la arquitectura es la construcción, y todas las transformaciones estilísticas son meramente la consecuencia lógica del desarrollo tecnológico: «Alardear de vuestro Art Nouveau es ignorar toda la enseñanza de la historia. No surgieron así los grandes estilos del pasado. Fue en la sugestión de la construcción donde el arquitecto de las grandes épocas artísticas encontró su más auténtica inspiración».
Choisy ilustró la determinación estructural de su Histoire con proyecciones axonométricas que revelaron la esencia de un tipo de forma en una sola imagen gráfica, que comprendía planta, sección y alzado. Como había observado Reyner Banham, estas ilustraciones objetivas reducen la arquitectura que representan a pura abstracción y fue esto más la cantidad de información que sintetizaron, lo que les convirtió en los pioneros del Movimiento Moderno al cambiar el siglo.
El énfasis que la historia de Choisy impuso a la arquitectura griega y gótica fue una racionalización de finales del XIX respecto a aquel ideal greco-gótico formulado por primera vez, hacía más de un siglo por Cordemoy.
Esta proyección del siglo XVIII de la estructura gótica en una sintaxis clásica halló su paralelo en la caracterización de Choisy del dórico como estructura de madera trasladada al ladrillo. Semejante transposición iba a ser practicada por el discípulo de Chosy, Auguste Perret, quien insistió en detallar sus estructuras de hormigón armado al estilo de la estructura tradicional de madera.
Racionalista estructural hasta la médula, Choisy fue capaz, sin embargo, de responder a la sensibilidad romántica cuando escribió acerca de la Acrópolis: «Los griegos nunca contemplaron un edificio sin el terreno que lo circundaba… cada motivo arquitectónico, por sí mismo, es simétrico, pero cada grupo es tratado como un paisaje donde sólo las masas están equilibradas».
Kenneth Frampton. Historia crítica de la arquitectura moderna, revisión bibliográfica, Xavier Güell Guix; trad. Esteve Riambau i Sauri, y de la puesta al día Aquiles González Raventós y M.ª Luisa Aguado, Barcelona, Gustavo Gili, 1991, pp. 18-19.
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