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Ficha biofiográfica: Benito Varela - ACCEDER
La evolución del pensamiento filosófico, las ideas sociales, las teorías políticas, el progreso científico, contribuyen a crear una nueva orientación novelística hacia 1870. Están operando en este viraje: las ideas de Saint-Simon y Fourier, surgidas de las experiencias del industrialismo; la filosofía de Augusto Comte, las teorías de Spencer; la crítica literaria de Hipólito Taine; el materialismo dialéctico…
La filosofía marxista de la historia, considerada por Georg Lukacs como la creadora del hombre «total», irradia a una serie de novelas, desde los representantes del realismo socialista hasta Sartre. Ejerce también una influencia decisiva el predominio de la experiencia sobre la observación, la difusión del razonamiento experimental de Claude Bernard a través de sus obras: Introduction à l'étude de la médecine expérimentale (1865) y Le science expérimentale (1878).
En el campo social se opera, asimismo, una profunda transformación. La revolución industrial, la concentración del capital, convierten al «homo economicus» en el miembro más importante de la época. Pero, además, aparece una masa trabajadora que interviene activamente en la vida: la fuerza dinámica del trabajador que genera sistemas políticos y estructuras sociales con la trascendencia del sindicalismo revolucionario. En otro plano, influye la prensa. Este cuarto poder se hace sentir en acontecimientos escandalosos como el de Dreyfus, tan relacionado con Zola […].
Emilio Zola crea la novela experimental; aplica los métodos de las ciencias al estudio de los medios sociales, al análisis de los personajes. «Un même déterminisme doit régir la pierre des chemins et le cerveau de l'homme»1. Para Pierre Cogny2, el autor de Germinal es el primero en empuñar sistemáticamente el bisturí y tender al paciente sobre la mesa de operaciones; el primero en aplicar al alma humana el método del campo operatorio. Siguiendo a Dalton, juega con la ley de la herencia. Emplea un persistente detallismo descriptivo. Se acerca a la ley de Bertillon, al dar preferencia al tipo somático, a los datos fisiológicos, a los tics tipificadores. Estructura inflexiblemente unos determinados medios sociales. Pero sabe siempre lo que quiere ver, lo que lógicamente debe ver. Y cae también en la vulgaridad psicológica.
Muy distinto es el cosmos extraño, misterioso, «demoníaco», de Dostoyevski. En sus novelas se imbrican el amor y el odio, el orgullo y la humildad, la crueldad y el masoquismo. Sus protagonistas se mueven como ciegos, como ebrios; son tarados moral o físicamente; son hombres conmovidos por una civilización reciente, impulsados por pletóricas fuerzas primitivas. La dostoyevskina descubre el desgarramiento del alma, la ambivalencia de sentimientos, los principios más importantes de la psicología moderna; pero no por esto está libre de convencionalismos, de movimientos subyacentes primitivos, de gesticulaciones.
Cambio del enfoque narrativo
La novela testimonial del naturalismo es un precedente de las tendencias objetivistas de nuestro siglo. El mundo subyacente explorado por Dostoyevski alcanzará nuevas formas en Proust, en Joyce; y el hombre subterráneo dostoievskiano es un anticipo de algunos héroes kafkianos. Pero son los novelistas del XX los que se dan cuenta de que los viejos métodos descriptivos, deterministas, psicológicos, resultan insuficientes para expresar las situaciones del hombre dentro del mundo actual.
El replanteo de las estructuras novelescas se basa en el abandono de la forma analítica, en el cambio del enfoque narrativo, en la asimilación de nuevas concepciones humanas. El centro de gravedad de la novela se desplaza, a comienzos del siglo XX, desde el personaje biografiado, modelado por la fábula, a la búsqueda de una nueva realidad. Las exigencias de la anécdota son cada vez menores. Los protagonistas novelescos disgregan su personalidad en el interior de las estructuras sociales y económicas. La biografía individual, elemento básico en la novela decimonónica, está determinada por las estructuras de las sociedades líberales: el mercado concurrencial, los derechos del hombre, el desenvolvimiento de la personalidad, el valor universal del individualismo […].
Este cambio de estructuras, que comienza a operarse entre 1900 y 1910, considerado por los marxistas como paso del capitalismo liberal al imperialista, influye en la paralela transformación de la novela. La biografía, contenido básico de la narración, es sustituida en los novelistas de comienzos de siglo por valores ideológicos diferentes, por las ideas de comunidad y realidad colectiva. Esta tendencia está en relación con las nociones filosóficas del alma colectiva. Los criminalistas italianos, por ejemplo, señalan la imposibilidad de concebir las reacciones de una multitud como una suma de reacciones individuales. Pascuali Rossi admite la existencia de un alma colectiva […].
Otra diferencia básica entre la novelística tradicional y la del siglo XX es puramente técnica; reside en el desplazamiento del «punto de vista de la narración». El relato de unas peripecias, de unos sucesos vistos desde el enfoque del novelista, es sustituido por la óptica de uno o de varios protagonistas.
El primer novelista que se esfuerza en estar ausente de sus relatos, en «introducirse dentro de la piel de los protagonistas», es Henry James […]. A veces, los espejos de James son múltiples. Tenemos un buen ejemplo en la novela The golden Bowl (1903); conocemos a su protagonista, Charlotte Stant, a través del Príncipe, Maggie Verver, Fanny y otros. Estamos, por lo tanto, ante unos personajes intermediarios, encargados de refractar las imágenes, de explicar la figura central. Por eso afirma Jaloux que «una obra de James es una serie de pequeñas novelas que aíslan y explican la figura central, de la que algunas veces no sabemos nunca otra cosa más que las interpretaciones diversas, fragmentarias y contradictorias»3[…]. James es, además, el creador de dos mundos distintos: uno internacional, de determinadas estructuras sociales; y una zona de subestructuras desconocidas de muchos novelistas del siglo XX […].
Las teorías psicológicas
Ejercen una influencia decisiva en las concepciones literarias contemporáneas las teorías psicológicas esbozadas a finales del XIX y desarrolladas en los primeros años del XX. Como consecuencia del movimiento experimental surge un objetivismo radical. Las especulaciones de la psicología patológica, después de los estudios sobre las enfermedades de la memoria y la voluntad, se orientan hacia el análisis de las tendencias inconscientes […].
La «psicología del desvelamiento», aplicada a la concepción del mundo a finales del XIX, alcanzará una extraordinaria resonancia en la literatura. Nietzsche había enseñado la significación preferente de las categorías vitales sobre la razón y la inversión de todos los valores. Freud, al desarrollar la problemática del psicoanálisis, descubre la «desazón de la cultura», y sus investigaciones del subconsciente, de las pasiones, instintos y sueños, están profundamente unidos al irracionalismo de comienzos de siglo.
Influencia del psicoanálisis
En la renovación novelística del siglo XX influyen decisivamente dos especulaciones científicas de signo distinto: el psicoanálisis y el behaviorismo. El psicoanálisis renueva los métodos de la patología mental. La corriente psicológica se perfila en la última década del XIX, a través de las investigaciones de Chaicot y Bernheim […]. El vienés Segismund Freud (1856-1939) orienta sus investigaciones hacia distintos campos que influirán más o menos en la literatura contemporánea: la búsqueda del pasado, borrado de la mente de algunos pacientes; el simbolismo rígido instintual: instinto de la conservación del «yo» e instinto sexual o «líbido»; lo inconsciente; el complejo de Edipo, la acción causal del complejo […].
El psicoanálisis, enlazado con el vitalismo biológico, apoyado en el evolucionismo de Darwin y Spencer, se enfrenta con la zona de vida psíquica; descubre que los procesos psíquicos no son necesariamente conscientes; juega con la inconsciencia de la actividad psíquica, con la penumbra de lo preconsciente y las tinieblas de lo inconsciente. Las teorías de Freud abren para los novelistas el mundo maravilloso y desconocido del inconsciente; desvelan la censura de la razón, la acción dilucidante del análisis; desatan las válvulas del subconsciente. Con razón afirma Graham Hough4: «La posición de Freud en relación con las bellas artes es semejante a la de Platón en el Renacimiento».
«El psicoanalista, según el propio Freud, puede mostrar sin dificultad en el goce artístico, junto a la participación manifiesta, una participación latente, aun cuando infinitamente más activa, que proviene de las fuentes ocultas de la liberación de los instintos». Muchos escritores, en su afán de plasmar la realidad, de desvelarla interioridad humana, siguen la doctrina freudiana […].
El «behaviorismo» norteamericano
Las ciencias físicas influyen, desde finales de siglo, en la dirección objetiva de la psicología. De la aplicación de los métodos experimentales surgen teorías de distinto signo que la introspección y la intervención de la conciencia en el campo de los recuerdos […]. El «behaviorismo» se basa en la observación y el análisis puramente objetivo de la conducta, en relación con la conciencia. Estudia «el conjunto de respuestas adaptativas, objetivamente observables, que el organismo, tomado como un todo, ejecuta en respuesta a los estímulos, también objetivamente observables, provenientes del medio psíquico o del medio social en el cual viven los seres». La realidad psicológica queda reducida a una serie de comportamientos, sometidos a un ajustamiento mecánico, que percibe un observador exterior, «representado en el límite por el objetivo de una cámara fotográfica». Se atiende a la serie de conductas, a los ademanes, a los gestos, a los cambios de fisonomía, a las palabras y a las respuestas a los estímulos externos y a los estímulos internos […].
Otras influencias
No podemos dejar al margen de la revolución literaria contemporánea las renovadoras tendencias pictóricas, desde el impresionismo hasta la abstracción. Los pintores impresionistas transforman la vieja técnica de representar la realidad, sustituyen la imagen táctil por las vivencias sensoriales; estudian científicamente la luz y el color; imponen las pinceladas abiertas, sueltas, el dibujo abocetado; captan la sensación fugaz, el matiz lumínico, la sugestión increíble del instante, los objetos transfigurados por la luz […].
Procedimientos expresionistas
Una nueva voluntad creadora arranca del Salón de Otoño de 1905, con la denominación Cage aux fauves. Al lado de la fuerte configuración interna aportada por Matisse, tenemos la obra de Marquet, Camoin, Dufy, Van Dougen y la carga literaria y el mundo infantil de Marc Chagall. Por su conjunción de fantasía, dinamismo y abstracción orgánica, por su intenso cromatismo, por su búsqueda de un nuevo sentimiento de la naturaleza, es más amplia y profunda la influencia del movimiento expresionista. Encontramos el pathos expresionista en Weininger, en dos narraciones de La ruta interior, de Hermann Hesse; en la novela Golem, de Gustav Meyrinck, en la producción literaria del pintor Kokoschka, en los versos de Kandinsky […].
Frente al enfoque desde el punto de vista del autor -narración en tercera persona- se prolifera en el siglo XX el autobiografismo. La sustitución del «él» por el «yo» es decisiva. La óptica se desplaza al protagonista; es el propio personaje el que se autoanaliza. El novelista se transmuta en el personaje-narrador, se hace intérprete de sus historias. A veces se esfuerza en ocultar su personalidad, al dar plena libertad al protagonista; otras se desnuda él mismo a los ojos del lector […]. Parte de este autobiografismo sigue enlazado con los procedimientos tradicionales; algunos protagonistas-narradores conservan el afán pluralista de los héroes decimonónicos, siguen el mismo procedimiento de biografiar la totalidad de su andadura vital o elaboran un denso y complejo mundo circunvalente. Pero el nuevo autobiografismo está representado por personajes que, en vez de autodescribirse, se manifiestan en unos momentos de vida auténtica. El viraje del relato en primera persona llega cuando Kafka afirma: «He entrado en la literatura cuando he podido sustituir el 'él' por el 'yo'».[…]
Enfoque narrativo múltiple
Al lado de un ángulo único de visión encontramos el enfoque múltiple: una misma acción presentada desde diferentes puntos de vista. El novelista, al seguir un procedimiento más objetivo, más real que las cosmovisiones globales del XIX, no puede ofrecernos las distintas caras de una historia, y entonces la asedia desde la interpretación de cada uno de los personajes. La realidad enfrentada así desde diferentes perspectivas está condicionada a las ópticas peculiares de los personajes, sometida, por lo tanto, a diferentes tensiones […].
Benito Varela Jácome, Renovación de la novela en el siglo XX, Destino, Barcelona, 1967. pp. 21-39.
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