La novela: Thomas Mann, Los Buddenbroosks

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Material complementario disponible:
Lectura complementaria: Los Buddenbrook. Cap. I/T. Mann - ACCEDER
Ficha biobibliográfica: Thomas Mann - ACCEDER


N. E. CENTURIA XX. Los Buddenbrook es la novela por la que, atendiendo a las argumentaciones del jurado, se le concede el Premio Nobel en 1929. No lo obtiene gracias a los logros de una modernidad triunfante que representa su posterior gran obra, una de las cumbres de la narrativa del siglo XX, La montaña mágica. De entre los reclamos «paratextuales» de la edición del texto destacan las siguientes informaciones pertinentes: primera obra maestra del autor— escrita tras su periodo de formación en Italia—, saga narrativa de las sucesivas generaciones de una familia de la alta burguesía de la ciudad portuaria de Lübeck, su ciudad natal, en una secuenciación que nos conduce hasta la muerte del último heredero, en 1876—, es decir, muestra desde el más brillante esplendor hasta la decadencia más degradante. Remo Ceserani y Lidia de Federicis proponen la siguiente «Guía de Lectura»

Los Buddenbrook se nos ofrece, en una primera lectura, como una novela realista de entronque tradicionalista, claramente influenciada por las lecturas previas de Tolstoi y por el minucioso y detallista afán documentalista del naturalismo francés; no es un hecho casual que Lukács se haya referido a esta novela como el modélico ejemplo de narrativa cuyo mérito y cuya vocación profunda consisten simplemente en ser «espejo del mundo»1.

«Repescar» el Lübeck del XIX significa, sin embargo, para Mann, condensar la historia en una sucesión de figuras emblemáticas cuyo destino implica un diseño histórico mucho más amplio: las vivencias de los Buddenbrook y de los Hagenström representan contractivamente la oposición entre una burguesía amante de la cultura y ligada a una ética del pasado frente a la nueva burguesía, la de la era de Bismarck, presta —con una ausencia total de escrúpulos— a tomar las riendas del poder con todos los medios a su alcance, lícitos o ilícitos.

La presencia de los Hagenström en la novela queda reducida y reajustada en el desarrollo de la novela: todos los que, a posteriori, conocieron el acceso de estos filibusteros al poder, saben de las consecuencias que esto tuvo para el destino de los Buddenbrook. En realidad el problema de la crisis de la burguesía y de sus dramáticas contradicciones es una constante permanente en el interior de la familia de los Buddenbrook: a) como problema religioso; b) como problema ético; c) como problema estético.

a) Como problema religioso, se representa como el ocaso del luteranismo tradicional de la familia. Como ha señalado Enzo Paci, el luteranismo de los Buddenbrook es menos integrista que el que representa el calvinismo. Es un luteranismo que parece estar llevando a cabo, aunque sea precariamente, la paz entre el cielo y la tierra, el equilibrio entre el deber y el provecho ganancial, entre la honestidad y la buena posición social. Su expresión más repristinada la encontramos bajo el lema Dominus providebit , «El Señor proveerá». Bajo este lema, Thomas no posee la menor fe. Se le aparece como como un presentimiento y casi como un oscuro deseo de muerte, ante el giro que va advirtiendo en las circunstancias exteriores. Es significativo que las lecturas bíblicas del padre sean sustituida —aunque ello se daba a una azarosa y efímera iluminación— por la lectura de Schopenhauer, el filósofo para el que la salvación se identifica con la extinción de la voluntad de vivir, raíz de todo tipo de egoísmo y de toda violencia.

b) En lo que concierne a la ética, Thomas reacciona «reagrupándose» a la ética —típicamente prusiana— del «comportamiento» y la «contención»: se impone salvar y enmascarar la fachada, de enmascarar al ser vivo bajo una pacata racionalidad, de controlada frialdad. Esta ética artificiosa tiene sin embargo, en su extremosidad, el formalismo y los gérmenes de su propia desintegración: cuando la deshumanizada tensión de la voluntad que la sustenta se viene abajo, las fuerzas anárquicas de la irracionalidad irrumpen con una violencia inaudita. Será justamente este el tema de Muerte en Venecia (1912), tal como ha remarcado con justeza Alberto Asor Rosa2.

c) En la disgregación de la familia Buddenbrook, la presencia del elemento estético es dual: de un lado, Christian representa al diletante, al histrión que encarna —desde la perspectiva y el juicio de Thomas— el arte como un momento que se opone a la seriedad, que es sólo un deslizamiento lúdico hacia la anarquía emotiva. Del otro lado, el pequeño Hanno, para quien la música representa un destino de dolor y muerte.

El tema de la ambigüedad del arte, de su carácter opuesto a la vida, se transformará en fundamental en las obras que seguirán a esta primera novela de Mann, en particular Tonio Kröger (1903) y su Doctor Faustus (1947).

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