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Audio: Finlandia - Sibelius |
Si la calificación de «política» hubiera adjudicarse a una única obra salida de la pluma de Sibelius, ésa sería sin duda Finlandia. En los años finales del siglo XIX, con los sentimientos nacionalistas a flor de piel, la fuerza opresora del imperio zarista incrementó su presión sobre la sociedad finesa. Ante el control impuesto por la censura rusa, los finlandeses crearon un movimiento popular en favor de la erosionada libertad de expresión, traducido en diversas manifestaciones que clamaban por una mayor independencia.
El 4 de noviembre de 1899, dentro del marco de las Celebraciones de la Pensión de la Prensa, se representó en Helsinki un espectáculo que incluía una serie de «cuadros patrióticos» sobre la historia de Finlandia, escritos por los célebres poetas Eino Leino y Jalmari Finne, acompañados de música escrita y dirigida por Sibelius.
La pieza conocida hoy como Finlandia —y que en aquella ocasión recibió el nombre más explícito de El despertar de Finlandia— constituía el preludio al sexto y último cuadro. Diez años después, el músico agruparía las secuencias restantes en la suite denominada Escenas históricas I.
Como ha señalado el músico Kalevi Aho, «desde el principio, el público vio en el contenido del fragmento una descripción musical de la liberación de Finlandia del yugo ruso». El impacto causado entre los oyentes fue fulgurante y la obra, gracias a su exaltación hímnica y contagioso tono heroico, pasaría a convertirse en un auténtico canto de identificación nacional contra el opresor ruso.
Pese a lo que pudiera suponerse, la música de Finlandia —título definitivo sugerido por el protector de Sibelius, Axel Carpelan, en 1900— es enteramente original; para crear su gran obra nacionalista, Sibelius no necesitó recurrir a melodías tradicionales ni material folclórico alguno.
La interpretación de Finlandia sería prohibida en las tierras del gran ducado por las autoridades zaristas durante los primeros años del siglo XX. A la versión más difundida de la obra, la puramente orquestal, Sibelius añadió posteriormente los versos de V. A. Koskenniemi en su sección final, subrayando así su carácter de himno tras la evocación del paisaje finés en la majestuosa sección inicial.
La triunfal conclusión proclama la definitiva victoria de la luz sobre las tinieblas en su verso final: «El día ha amanecido sobre nuestra tierra».
Juan Manuel Viana, «Las paradojas del gigante solitario», prólogo a la edición de Jean Sibelius, Segunda Sinfonía y otras obras orquestales. CD-Book, El País, 2004, pp. 9-52.
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